lunes, 15 de marzo de 2010
Todos los días se quedaba embobada frente a su ventana mirando el horizonte, allá donde el mar y el cielo se hacen uno eternamente.
Soñaba que algún día lo alcanzaría y viajaría por tierras para ella desconocidas. Por las noches soñaba con esos viajes e imaginaba miles de historias entre las sabanas de su cama.
Su espíritu era aventurero y de alguna forma u otra necesitaba salir.
Una mañana en el que el sol apenas se apreciaba por las nubes, ella bajo por la colina y se subió al bote de su padre. Soltó los amarres y se alejo de la costa marchándose para siempre.
En su isla lloraban su ausencia pero ella estaba viviendo las aventuras que tanto ansiaba.
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que linda... =)
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