lunes, 25 de julio de 2011
Miraba con frecuencia el reloj, se le notaba impaciente y no dejaba de pensar donde se habría metido, llegaba dos horas tarde, siempre había sido puntual y justo ese día se tenia que demorar. Sentada en aquella mesa junto a la ventana intentaba distraerse un poco mientras sorbía su te, echaba algún vistazo rápido a la calle, pero la lluvia que golpeaba con fuerza los cristales no le dejaba ver claro. Espero cuatro horas y cuando vio que las gotas habían disminuido salio a la calle con las esperanzas por los suelos. El no había aparecido y eso quería decir que habían terminado
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Vaya , lo siento por ella. Yo no habria aguantado 4 horas.
ResponderEliminarUn beso
Que triste y que cobarde de no dar la cara...
ResponderEliminar*Besos
UFF... momentos así...
ResponderEliminarUno es capaz de esperar y esperar, mantener la esperanza a flote, hasta que no hay otra: la esperanza desaparece y se enfrenta la terrible realidad. Y es triste y doloroso...
Yo no habría durado tanto. Pero supongo que la esperanza es lo último que uno quiere perder.
ResponderEliminarUn abrazo
Pobrecilla! :(
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