
Sonaba una dulce melodía salida de un piano detrás de la pared que daba a su habitación. Al otro lado no habitaba nadie, por eso le era extraño escuchar música. Pegaba con timidez el oído para escuchar mejor.
Escucho un ruido atronador y se asusto tanto que tiro el vaso de agua de su mesita de noche rompiéndole en mil pedazos, al levantarse para limpiarlo, se clavo los cristales en sus pies descalzos y la sangre que brotaba por aquellos pequeños cortes escribió un mensaje:
-La sonata de la muerte, una vez escuchada de por vida te atormentara.
Y así fue, acabo en un manicomio ingresada por el resto de su vida tarareando esa canción
el requiem de un sueño, un sueño de muerte.
ResponderEliminarincreible la imagen.
un saludo en la lejania.