La brisa te mecía en la hamaca ubicada en el porche de aquella cabaña veraniega en mitad de ninguna parte, el murmuro del rió llegaba a tus oídos y los juncos cercanos creaban ritmos al compás del aire. Poco a poco ibas cerrando los ojos pues la sensacion de calidez inundaba tu cuerpo, el libro que leías quedo tendido en el suelo tras dormirte profundamente en aquel paraíso donde eras libre. Cuando la brisa había parado volviste a abrir los ojos te encontraste en el sofá de tu casa encerrada entre las cuatro paredes de cristal en el que se consumía tu vida, la misma rutina de siempre. Aun así siempre te quedara soñar para volverte a sentir libre
Siempre queda esa opción. Pero, ¿no sería más bonito sentir esas sensaciones en propia carne en lugar de soñarlas? Ojalá no tanta gente imaginara, sería un mundo sin estrés. Porque vivir en la jaula que uno se ha construid, quieras que no, te agobia.
ResponderEliminarBella entrada :)