Sus caricias, sus miradas de color gris, su sonrisa perfecta con esos dientes tan blancos, las ondas de su pelo, su aroma tan peculiar, su locura, sus besos, sus abrazos, sus palabras, su silencio, su ingenuidad, su alegría todo lo que era ella se había esfumado por un golpe de viento. Se había ido para siempre allí donde unos dicen que habitan las almas tras la muerte. El llevaba flores a su tumba derrumbado, lleno de lágrimas, bastante dejado. Habían pasado cuatro meses y él era como un zombie que solo vivía para velarla a ella
Y lo peor es que sucede diariamente con tantas y tantas personas...
ResponderEliminarQué tristee...
ResponderEliminarMil besos!
aveces duele entenderlo,pero eso se dice llamar la naturaleza de la vida. Me encanto y te sigo!
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